Pongamos las tristezas a un lado y generemos un rincón para los pensamientos positivos en nuestras mentes. Propongámonos descubrir lo que “no” estamos haciendo y deberíamos hacer. Mejoremos lo que estamos haciendo bien.
Vamos a sonreír mucho este año, vamos a reírnos mucho también. Porque reír sienta bien y la risa y la alegría son contagiosas. Atesoremos los momentos gratos que compartimos con alguien especial.
Tengamos en cuenta que las obras más valiosas no se hacen de prisa, ni se terminan en poco tiempo. Recordemos que el árbol al que no abarcan nuestros brazos comenzó siendo una pequeña semilla y un viaje de mil kilómetros empieza con un solo paso.
Comprometámonos a bucear en nuestro interior para lograr un sano vínculo con nosotros mismos. Sólo así podremos generar una relación enriquecedora y creativa con nuestro nuevo grupo de niñas y niños. Afrontemos este nuevo año con buen humor, pensando menos en nosotros y un poco más en los demás, especialmente en los niños. Intentemos rodearnos de gente emprendedora y tenaz, para que juntos podamos transformar los nubarrones del horizonte en un tibio sol lleno de esperanza.
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